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BÚSQUEDA SEGURA

Dr. José Miguel Embid Irujo - Universidad de Valencia

No basta con buscar para dar con el objetivo que se pretende, aunque, como parece igualmente claro, sólo quien busca puede terminar hallando, según dice el Evangelio de forma mucho más directa.  Pero en “este valle de lágrimas”, para seguir con una fórmula de hondo sabor religioso y, más específicamente, cristiano, la búsqueda puede terminar convirtiéndose en una ocupación en sí misma, sin garantías sobre sus resultados o, dicho de manera más precisa, sobre la efectividad del hallazgo, sea este material o se sitúe, concluyamos las alusiones de orden ultraterreno, en el mundo del espíritu.

Nuestro tiempo, y no sólo el distinguido por el predominio de las nuevas tecnologías, aspira a ofrecer certeza y seguridad a los humanos, al tiempo que habilita artefactos varios para cumplir esos altos objetivos. La idea no es, por tanto, de hoy aunque sea en nuestros días cuando tal pretensión se ha visto revestida de plenas garantías, derivadas de la vigencia y valor de los instrumentos que hacen posible la conexión permanente de la cual habrá de derivarse, como la fruta madura que cae de los árboles,  el resultado pretendido. Que este resultado, no obstante, dure menos de un suspiro o que, mejor dicho, sirva de base para una nueva búsqueda (cuyo resultado presuponga otra actividad de igual sentido y así sucesivamente) es algo que ahora poco importa, a la vista de la inmediatez de los procesos de búsqueda y de la ya advertida fugacidad de sus consecuencias.

Y es que, a pesar de todo, necesitamos saber, nos es preciso encontrar y hace falta, en suma, que lo sabido y lo hallado estén revestidos de las adecuadas garantías para que nuestra posición, personal y social, sea segura. Esta finalidad, perseguida a lo largo de la historia, se corresponde muy bien con el sentido y razón de ser del Derecho y también, de manera más inmediata, con la misión que incumbe a sus agentes y servidores, es decir, los juristas, cualquiera sea la posición profesional en la que se sitúen. No entraré ahora en el amplio y complejo mundo de la seguridad jurídica, corona valiosísima del ordenamiento, ni aludiré a sus relaciones, no siempre fáciles, con la justicia, como valor jurídico por antonomasia. Lo cierto es que de la seguridad jurídica puede hablarse en muchos sentidos y son también muchos o, cuando menos, bastantes, los niveles en que cabe descomponerla como magnitud, a la vez, unitaria y plural.

Aludiré, no obstante, a una de ellas –la seguridad jurídica preventiva- por “necesidades del guión”, cabría decir, ya que este commendario glosará un libro reciente del que la mencionada categoría constituye elemento estelar. Me refiero a una obra de extraño y sintético título que, quizá, no sugiera de entrada el interés que le es propio y la calidad del trabajo en ella realizado. Se trata de GPS Notarial. Guía profesional (Valencia, Tirant lo Blanch, 2019), extenso libro (casi dos mil páginas), elaborado por un amplio elenco de notarios de la Comunidad Valenciana y dirigido por el también notario Ubaldo Nieto Carol, operador también asiduo de Commenda.

La extrañeza y síntesis recién mencionadas se explican sin duda porque la obra aparece integrada en una colección promovida por la editorial Tirant lo Blanch, siempre iniciada con las siglas GPS, y cuyos distintos volúmenes toman como centro de su atención una rama del ordenamiento, sin especial consideración de las clásicas distinciones sectoriales y fijándose más bien en las materias que resultan de mayor interés desde el punto de vista de la realidad jurídica. Ignoro si hay una “carta de presentación” de la colección, si bien no parece difícil hacerse una idea de lo pretendido por la editorial: se trata de ofrecer una exposición lo más completa posible de la materia estudiada, de manera que el interesado en ella pueda encontrar, con seguridad y rapidez, lo buscado, sin ulteriores necesidades de consulta o, al menos, sin demorarse en exceso en ellas.

En mi ignorancia de tantos matices digitales, creo que el recurso a las siglas “GPS” condensa, como si de una marca se tratara, esa pretensión de búsqueda, y de búsqueda segura, a la que aludía al comienzo del presente commendario, sin acumular, por otra parte, excesos bibliográficos o pretensiones dogmáticas. El libro GPS Notarial cumple sobradamente esas características, aunque no se limite a ellas, y en esa pretensión de exhaustividad se encuentra, además, uno de sus mayores méritos, idóneo para desbordar el significado de la fórmula “Guía profesional” que le acompaña como subtítulo. Nos encontramos, más bien, ante una obra ambiciosa, inserta en la disciplina que podemos denominar “Derecho Notarial”, objeto de tratamiento en el presente caso de un modo cercano y, si se nos apura, prácticamente idéntico al de un clásico Tratado.

Durante mucho tiempo este Derecho Notarial ha sido una disciplina cultivada, casi con discreción, si bien con rigor y profundidad admirables, por algunos notarios. A ellos, cuyos nombres están en la mente de todos, se debe la solidez de la materia, que involucra, como es bien sabido, las líneas, generales y concretas, de la profesión notarial (dentro del sistema conocido como “Notariado latino”), sin dejar de aludir, por ello, al estatuto jurídico del sujeto activo, es decir, del notario. Por diversas razones, ese “núcleo duro” del Derecho Notarial, que conserva, como es fácil de imaginar, su carácter de “contenido esencial” de la materia, se ha visto incrementado por el transcurso del tiempo con muchas otras cuestiones. Y es que la demanda de seguridad jurídica preventiva ha aumentado de manera exponencial en los últimos años, a la vez que se ha ampliado el círculo de actividades notariales, muchas veces en la órbita de la jurisdicción voluntaria. Hacía falta, por lo tanto, un estudio que diera cuenta de la nueva situación; eso es lo que, de hecho pretende el libro GPS Notarial.

La obra aparece dividida en tres partes. La primera (“La función notarial y los notarios”) constituye un detallada y minuciosa presentación del estatuto jurídico del notario, materia que, aun conocida por los propios profesionales, está revestida de tantos matices que, me atrevo a pensar, no existía hasta el momento una exposición tan completa, idónea, por otra parte, para resolver los cuantiosos problemas suscitados cotidianamente. La segunda parte (“El instrumento público”) se ocupa de lo que, tal vez, ha sido, y en buena medida sigue siendo, el centro geométrico de la dación de fe y de la seguridad jurídica preventiva. Se desgranan en ella las múltiples aristas de este asunto, sobre la base de la summa divisio entre escrituras y actas, alrededor de la cual van apareciendo, en un detalladísimo análisis, los problemas, matices, situaciones diversas, en fin, que la elaboración del instrumento, con sus peculiares efectos, suscita. De especial interés, en esta parte, es el amplio apartado dedicado al Derecho de las personas jurídicas, especialmente sociedades, dentro de las materias propias de la capacidad y representación de los sujetos del instrumento público.

La tercera y última parte (“Actuaciones notariales”) representa, tal vez, la medida más exacta de lo que, actualmente, es la profesión notarial, pues al lado de los ámbitos tradicionales de actuación del Derecho privado (obligaciones, bienes inmuebles y créditos inmobiliarios, sucesiones, sobre todo), tratados con el rigor y el detalle acostumbrados, aparecen en esta obra nuevos terrenos de intervención profesional al hilo de numerosas y paulatinas reformas legislativas. No es posible enumerar aquí todo ese conjunto de materias, que van, entre otras, desde las cuestiones propias del Derecho matrimonial, hasta la ordenación del consumo, pasando por la navegación marítima, las tecnologías de la información, la tutela de la discapacidad o la mediación. Bastará con decir que el notario ha salido del recinto exclusivo del Derecho privado, si cabe la fórmula, para convertirse en un profesional polivalente del entero tráfico jurídico, con incrustaciones heterogéneas y de muy distinto orden.

Es hora ya de concluir esta breve reseña, que no hace justicia, desde luego, a la calidad de la obra y al extraordinario servicio que presta en la búsqueda de la seguridad, tan necesaria en el mundo del Derecho. Sólo queda felicitar a los autores, que al margen de sus múltiples ocupaciones, han encontrado el tiempo necesario para aportar un análisis riguroso y contrastado de las materias que concitan su desempeño profesional. Muy especialmente, es obligado felicitar a Ubaldo Nieto, director del libro, por mostrar, una vez más, sus conocidas calidades de empresario nada aparente y de factor totalmente notorio al servicio de empresas editoriales como la que nos ocupa.

Si antes de elaborar el plan de trabajo de este GPS Notarial, así como de dar los primeros pasos para su ejecución, era razonable pensar en la dificultad, cuando no franca imposibilidad, de lograr el propósito pretendido (Ubaldo dixit), una vez llegados los autores a buen puerto (tras notables esfuerzos, claro está), podemos felicitarnos todos por disponer de esta excelente obra; estoy seguro de que su consulta resultará de gran utilidad, desde luego a los notarios, pero también a los restantes operadores jurídicos, así como a los ciudadanos en general, siempre necesitados de garantías seguras y firmes en defensa de su posición jurídica.